La confirmación de Bad Bunny como el primer artista latino en encabezar en solitario el espectáculo de medio tiempo del Super Bowl ha desatado una tormenta mediática. La noticia ha sido celebrada como un logro histórico para la música latina, pero también ha provocado una fuerte reacción de sectores conservadores en Estados Unidos. El espectáculo, programado para el 8 de febrero de 2026 en el Levi’s Stadium de Santa Clara, California, se ha convertido en un punto de álgido debate político. Corey Lewandowski, asesor del expresidente Donald Trump y funcionario del Departamento de Seguridad Nacional, calificó la elección de la NFL como “una vergüenza” y anunció que se desplegarán agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) durante el evento.
“No hay ningún lugar donde se pueda brindar refugio a quienes se encuentran en este país ilegalmente.
Ni el Super Bowl ni ningún otro lugar”, declaró Lewandowski.
Esta advertencia cobra especial relevancia dadas las declaraciones previas del artista puertorriqueño, quien había manifestado su preocupación por posibles redadas del ICE en sus conciertos, motivo por el cual evitó realizar una gira extensa en Estados Unidos.
La controversia ha sido alimentada por grupos de ultraderecha que han calificado al cantante como “demoníaco” y han rechazado su participación. A pesar de la polémica, Bad Bunny expresó su entusiasmo, afirmando que su presentación es un homenaje a su gente, su cultura y su historia. El presidente de Colombia, Gustavo Petro, también expresó su respaldo al reguetonero, calificando las críticas como un acto de “censura”.
En resumenLa elección de Bad Bunny para el Super Bowl 2026 representa un hito para la representación latina en uno de los escenarios más grandes del mundo. Sin embargo, el anuncio se ha visto envuelto en una profunda polarización política en Estados Unidos, evidenciada por la amenaza de operativos de inmigración durante el evento, transformando una celebración cultural en un potencial punto de conflicto.