Sin embargo, esta fama ha traído consigo una controversia inesperada.
Un grupo religioso lanzó una campaña denominada "Labubu is Satán", afirmando que las figuras son una encarnación del demonio mesopotámico Pazuzu.
La iniciativa busca recaudar 150.000 dólares para comprar y destruir masivamente los muñecos, en un acto que planean transmitir en vivo para alertar sobre lo que consideran un "riesgo espiritual". Por otro lado, la polémica se avivó con la difusión de un video en el que un sacerdote bautiza a un muñeco Labubu, lo que desató una ola de críticas en redes sociales por parte de usuarios que consideraron el acto como una falta de respeto hacia los sacramentos de la Iglesia católica. Estos incidentes ponen de manifiesto el choque entre las tendencias de consumo de la cultura pop y las creencias tradicionales, generando un debate sobre los límites del entretenimiento y la percepción de riesgo espiritual. Mientras los coleccionistas defienden las figuras como simples objetos de arte y diversión, la controversia ha generado temor en algunos sectores.