Esta nueva dinámica amenaza un modelo de cooperación en seguridad que ha sido fundamental durante décadas y reconfigura el equilibrio geopolítico en la región. La implementación de la operación "Lanza del Sur" por parte de Estados Unidos, que implica la destrucción de embarcaciones sospechosas de narcotráfico en el Caribe y el Pacífico, ha sido un punto de quiebre. El gobierno de Gustavo Petro ha calificado estos ataques como "inaceptables" y ha suspendido el intercambio de inteligencia con Washington. La tensión escaló con las declaraciones de Trump, quien ha manifestado su deseo de "destruir fábricas de cocaína" en Colombia. A esto se suma la inclusión del presidente Petro, su familia y altos funcionarios en la Lista Clinton de la OFAC, una medida que, aunque Petro atribuye a su oposición a "tiranías que asesinan pueblos", tiene profundas implicaciones financieras y diplomáticas.

Como consecuencia, el gobierno colombiano ha ralentizado los procesos de extradición, añadiendo otra capa de fricción. La crisis ha permeado el debate preelectoral en Colombia, con candidatos de derecha mostrando una postura favorable a las acciones de Trump y criticando a Petro, mientras que los de centro e izquierda alertan sobre los riesgos de una intervención y defienden la soberanía nacional. El despliegue del portaaviones USS Gerald R. Ford en el Caribe es visto como un símbolo de esta nueva "diplomacia de las cañoneras", donde la fuerza militar prevalece sobre el multilateralismo y el derecho internacional.