Tras su triunfo, Cepeda oficializó el llamado a construir el Frente Amplio y designó a la senadora María José Pizarro como su jefa de debate político, en un claro gesto de unidad dentro del ala más tradicional de la izquierda. Sin embargo, fuera de este núcleo, el escepticismo es palpable. Fuentes de la Casa de Nariño indican que el ministro del Interior, Armando Benedetti, considera que Cepeda carece de la habilidad para negociar con la clase política tradicional. Otros potenciales aliados, como el exalcalde Daniel Quintero y el exgobernador Carlos Caicedo, han manifestado no haber recibido invitaciones formales y critican la falta de reglas claras y acuerdos programáticos. El exministro Juan Fernando Cristo también ha expresado reparos, cuestionando la adhesión a propuestas como una constituyente. La situación se complica con la división en partidos como La U, donde un sector apoya al precandidato Roy Barreras para competir en el Frente Amplio, mientras otra facción lo rechaza. Barreras, por su parte, promueve la coalición argumentando que puede sumar votos de centroizquierda cruciales para llegar a una segunda vuelta. Para la campaña de Cepeda, consolidar este frente es vital para demostrar competitividad y moderar su imagen de candidato radical.