UU. precisó que la crítica no es contra las Fuerzas Militares, sino contra el liderazgo político que ha disminuido la erradicación forzada.

El embajador encargado, John McNamara, instó a Colombia a reducir los cultivos, aumentar las incautaciones y reactivar “con urgencia las extradiciones de narcoterroristas”.

El presidente Petro reaccionó con vehemencia, calificando la descertificación como “una injusticia, una grosería profunda” y un “insulto” personal.

En una alocución nacional, confrontó directamente a Trump: “A mí no me amenace, aquí lo espero si quiere”.

Petro defendió su política de sustitución voluntaria, asegurando que es más eficaz y humana, y anunció la suspensión de la compra de armamento a EE. UU., declarando el fin de las “limosnas ni regalos” para reafirmar la soberanía nacional. La oposición, aglutinada en 11 partidos, rechazó las declaraciones del mandatario, afirmando que “constituyen un agravio” a un aliado histórico y que el descertificado es Petro, no el país.

Figuras como los expresidentes Iván Duque y César Gaviria, junto a senadoras como María Fernanda Cabal, responsabilizaron al gobierno actual por el deterioro de la relación bilateral y el fortalecimiento de los grupos narcotraficantes. Este choque de visiones anticipa que la relación con EE. UU. y la lucha antidrogas serán ejes centrales de la campaña presidencial de 2026, donde se debatirá entre la soberanía defendida por Petro y la necesidad de una alianza estratégica con Washington que exige la oposición.