No más limosnas ni regalos”, sentenció Petro durante un consejo de ministros televisado. La orden fue dirigida al ministro de Defensa, Pedro Sánchez, a quien instruyó para que el Ejército “compre sus armas o las haga con nuestros recursos propios, porque si no, no será un Ejército de la soberanía nacional”. Esta decisión marca una ruptura con décadas de estrecha cooperación militar, consolidada a través de programas como el Plan Colombia, que convirtieron a las fuerzas colombianas en unas de las más dependientes del equipamiento y entrenamiento norteamericano en la región. El ministro del Interior, Armando Benedetti, confirmó la orden presidencial, aclarando que la medida aplica “a futuro” y no afecta la cooperación ya existente. Sin embargo, el ministro de Defensa, Pedro Sánchez, matizó el anuncio al señalar que la transición hacia una mayor autonomía militar es un proceso complejo que “podría demorar diez años”, dependiendo del presupuesto y la disponibilidad de equipos clave como los helicópteros Black Hawk. La medida de Petro es una respuesta contundente a lo que considera una decisión “política” e “injusta” de Washington, reafirmando su postura de no someterse a “chantajes” y de priorizar una política de sustitución voluntaria de cultivos sobre la erradicación forzosa que, según él, ha sido impuesta por Estados Unidos.