Camargo, exdefensor del Pueblo, fue elegido por el Senado con 62 votos, superando a María Patricia Balanta, la candidata respaldada por el oficialismo, quien obtuvo 41 votos. La victoria de Camargo fue impulsada por una alianza de partidos tradicionales, incluyendo sectores mayoritarios del liberalismo, conservatismo, La U y Cambio Radical. La reacción del presidente Petro fue inmediata y severa.
Calificó la elección como un acto de clientelismo, afirmando que “magistrados a los que Camargo entregó puestos lo designaron para que senadores con puestos lo eligieran.
Así no se hará justicia en Colombia”.
Además, solicitó la renuncia de los ministros de Trabajo (Antonio Sanguino, Alianza Verde), TIC (Julián Molina, Partido de la U) y Comercio (Diana Morales, Partido Liberal), como represalia a las colectividades que no apoyaron a su candidata.
El ministro Sanguino confirmó haber presentado su renuncia, dejando su continuidad en manos del presidente.
La derrota también generó tensiones dentro del Pacto Histórico, con el precandidato Gustavo Bolívar acusando a senadores de su propia bancada de “voltearse”, lo que fue rechazado por la senadora Gloria Flórez, quien le exigió pruebas. Este episodio reconfigura el equilibrio de poder en la Corte Constitucional y anticipa un reajuste ministerial con miras a las elecciones de 2026, donde el Gobierno buscará consolidar un equipo más leal a su proyecto político.