En una contundente demostración de fuerza y lealtad política, miles de simpatizantes del expresidente Álvaro Uribe Vélez se volcaron a las calles en más de 25 ciudades de Colombia y del exterior para rechazar su condena judicial. Las marchas, convocadas por el Centro Democrático bajo el lema "Por la libertad y la democracia", evidenciaron que el uribismo, lejos de disolverse, mantiene una base social activa y con capacidad de movilización. Las concentraciones más numerosas se registraron en Bogotá, donde los manifestantes llegaron a la Plaza de Bolívar pese a la lluvia, y en Medellín, bastión histórico del uribismo, donde la asistencia fue calificada como "apoteósica" y contó con la presencia de Jerónimo Uribe, hijo del exmandatario. Con consignas como "¡Uribe inocente!"
y críticas al gobierno de Gustavo Petro, los participantes transformaron un revés judicial en una causa política. El propio expresidente agradeció el apoyo desde su lugar de reclusión y aprovechó para lanzar un mensaje con miras a 2026, pidiendo la elección de un "gobierno de transición".
Sin embargo, la jornada no estuvo exenta de críticas; algunos reportes señalaron una asistencia menor a la esperada en ciudades como Barranquilla y Manizales, y se registraron altercados aislados en Cali entre manifestantes y opositores.
Además, el Ministerio de Trabajo anunció investigaciones por presuntas presiones a empleados para asistir. A pesar de ello, el mensaje político fue claro: la condena ha revitalizado a las bases uribistas, que ahora ven en la defensa de su líder un motor para reorganizar la oposición y preparar la contienda electoral, consolidando la narrativa de que el fallo es una "injusticia estructural" y una "persecución política".
En resumenLas marchas en apoyo a Álvaro Uribe confirmaron la vigencia del uribismo como fuerza política capaz de movilizar a sus bases. La respuesta a la condena judicial se ha convertido en una plataforma para la oposición, perfilando un escenario de alta confrontación de cara a las elecciones de 2026.