Márquez calificó al Gobierno de “racista, patriarcal y clasista”, y aseguró que, tras el triunfo electoral, ha sido limitada políticamente, reduciendo su participación a un papel simbólico o “para la foto”. “Tengo ganas de gritar, de contar cómo este país nos arrastra en sus narrativas y luego nos culpa por no respirar”, expresó, al tiempo que desmintió cualquier vínculo con conspiraciones y ratificó su permanencia en el cargo: “No es cierto que voy a renunciar al mandato que el pueblo colombiano me dio”. Sus declaraciones generaron una inmediata reacción de Andrea Petro, hija del presidente, quien en su cuenta de X respondió: “Las críticas que hoy recibe la vicepresidenta no son por su color de piel, sino con la falta de gestión de sus funciones. Confundir responsabilidad con racismo debilita la causa que tanto ha costado construir”. La Defensora del Pueblo, Iris Marín, expresó su solidaridad con la vicepresidenta, reconociendo que ha sufrido “discriminación de género, discriminación racial, ha sido víctima del clasismo y de la violencia política”.
