A través de su cuenta en la red social X, el mandatario fue contundente: “Ustedes, al atacar a sangre y fuego a civiles de manera sistemática en el Catatumbo, rompieron las conversaciones de paz con mi gobierno”. Petro argumentó que las acciones del ELN no responden a ideales revolucionarios, sino a una disputa por el control de economías ilícitas, afirmando que la guerrilla se ha convertido en “contratista de la mafia internacional”. La crisis humanitaria en el Catatumbo, que ha dejado más de 60.000 desplazados, fue el detonante principal. La situación se agravó con el reciente secuestro de dos agentes de la Dijín en Arauca, un acto que el presidente advirtió que impediría cualquier posibilidad de salvoconductos para reuniones en el exterior. Analistas señalan que la mesa de diálogo, suspendida desde enero, nunca logró generar una confianza mutua sólida. El ELN mantuvo una postura maximalista, mientras que Petro deslegitimó en varias ocasiones el carácter político de la guerrilla, calificándolos de “traquetos con camuflado”. La ruptura de los diálogos representa un cambio drástico en la estrategia de paz del gobierno, que ahora deberá reenfocar sus esfuerzos militares y políticos para contener la violencia en las regiones donde el ELN mantiene una fuerte presencia.