Esta movilización se enmarca en la recién anunciada Operación 'Lanza del Sur', una ofensiva que Washington justifica como una campaña contra el narcotráfico pero que Caracas denuncia como una amenaza directa a su soberanía. La llegada del USS Gerald R. Ford, un navío de propulsión nuclear con capacidad para operar durante años sin reabastecerse, representa la pieza central de una demostración de poderío militar estadounidense en la región sin precedentes en generaciones. A este se suman otros seis buques de guerra, aviones de combate F-35 en Puerto Rico y la reactivación de la histórica base naval Roosevelt Roads. El Pentágono, bajo la dirección del secretario de Defensa Pete Hegseth, lanzó oficialmente la operación 'Lanza del Sur' para “expulsar a narcoterroristas del hemisferio”.
Sin embargo, el gobierno de Nicolás Maduro interpreta estas acciones como un complot para derrocarlo y ha calificado el despliegue como una “amenaza grave” y una “provocación hostil”. El presidente venezolano ha advertido que detrás de la narrativa antidrogas se esconde un plan para una intervención militar, una percepción que se ve reforzada por reuniones en la Casa Blanca donde, según informes, se presentaron a Donald Trump opciones militares actualizadas contra Venezuela. La situación ha generado una fuerte respuesta de Caracas, que anunció su propia movilización militar para contrarrestar lo que considera “amenazas imperiales”, creando un escenario de alta volatilidad en el que cualquier incidente podría desencadenar un conflicto mayor.













