Rusia, un aliado clave de Venezuela, lanzó una alerta pidiendo a Estados Unidos no tomar 'medidas que desestabilicen Venezuela' y que sus acciones se ajusten al derecho internacional. Por su parte, el Gobierno de Colombia, tradicionalmente un aliado de Washington, adoptó una postura crítica al confrontar a Estados Unidos en la Organización de Estados Americanos (OEA) por los bombardeos a embarcaciones en el Caribe, advirtiendo que dichas operaciones violan el derecho internacional. Aún más significativo es el distanciamiento de aliados europeos.

Según los informes, países como el Reino Unido han decidido cortar la cooperación de inteligencia con Estados Unidos para estas operaciones, debido a que los ataques a las lanchas son considerados ejecuciones extrajudiciales. Esta pérdida de apoyo, incluso entre socios cercanos, debilita la posición de Washington y fortalece diplomáticamente al gobierno de Maduro, que puede argumentar que las acciones estadounidenses son ilegales y unilaterales. La respuesta de Estados Unidos ha sido reafirmar su derecho a operar militarmente en lo que considera 'su hemisferio', una postura que evoca doctrinas del pasado y que genera inquietud entre las naciones latinoamericanas.