Ante el despliegue del portaaviones USS Gerald R. Ford y los ejercicios militares en Trinidad y Tobago, Maduro ordenó una 'vigilia y marcha permanente' en seis regiones del país, pidiendo a los venezolanos 'movilizarse con fervor patriótico' frente a los 'barcos imperialistas'.
En discursos públicos, ha arengado a sus seguidores a 'defender cada centímetro de sus calles' y ha advertido que una intervención militar estadounidense significaría 'el fin político' de Donald Trump. La contraofensiva del chavismo también se ha librado en el terreno diplomático.
El Gobierno venezolano envió una carta al secretario general de la ONU para que se retracte de sus 'comentarios sesgados', acusando al organismo de 'equiparar al agresor con la víctima'.
Además, Maduro ha denunciado una 'guerra psicológica' en las redes sociales y ha calificado las maniobras de EE.
UU. con sus vecinos como 'irresponsables'.
Esta estrategia busca consolidar el apoyo interno a través de un discurso nacionalista, presentar a Venezuela como víctima de una agresión externa y disuadir una posible intervención elevando el costo político y social de cualquier ataque.













