Esta movilización, presentada por Washington como una ofensiva contra el narcotráfico, es percibida por Venezuela como una amenaza directa a su soberanía.
El USS Gerald R. Ford, descrito como el buque de guerra más grande y avanzado del mundo, se ha posicionado en aguas del Caribe.
Con más de 335 metros de eslora, propulsión nuclear y capacidad para lanzar aeronaves con catapultas electromagnéticas, su presencia es una contundente demostración de poderío militar. La llegada del portaaviones coincide con la activación de la operación 'Lanza del Sur', anunciada por el secretario de Defensa, Pete Hegseth, con el objetivo de expulsar a los "narcoterroristas" del hemisferio. En el marco de estas operaciones, las fuerzas estadounidenses han ejecutado ataques contra múltiples embarcaciones calificadas como 'narcolanchas' tanto en el Caribe como en el Pacífico, dejando un saldo de decenas de muertos. El gobierno de Trump justifica estas acciones como parte de su estrategia antidrogas. Sin embargo, el gobierno de Nicolás Maduro interpreta este despliegue como un plan para derrocarlo y una posible antesala a una intervención militar directa, calificando la presencia de los buques como una "amenaza imperial".
La tensión se ha visto agravada por la realización de ejercicios militares conjuntos entre Estados Unidos y Trinidad y Tobago, movimiento que Caracas ha calificado de "irresponsable".













