Como parte de su estrategia de presión en el Caribe, Estados Unidos ha programado ejercicios militares conjuntos con aliados regionales clave, incluyendo Trinidad y Tobago y Panamá. Estas maniobras buscan fortalecer la cooperación en seguridad y proyectar el poderío estadounidense en las proximidades de Venezuela, consolidando un cerco estratégico en la región. En Trinidad y Tobago, se anunciaron ejercicios de entrenamiento conjuntos entre las Fuerzas de Defensa locales y la 22ª Unidad Expedicionaria de Marines de Estados Unidos, programados del 16 al 21 de noviembre. Este anuncio se produjo apenas un día antes de que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, convocara a movilizaciones en el este de su país en respuesta a la presencia de “barcos imperialistas”.
Paralelamente, Estados Unidos ha mantenido una estrecha cooperación militar con Panamá, realizando entrenamientos en la selva.
Ante la creciente tensión, el presidente panameño, José Raúl Mulino, defendió esta colaboración como parte de acuerdos de seguridad conjunta, pero fue enfático al asegurar que su país no apoyará ningún “acto hostil contra Venezuela”. Estas maniobras son una pieza clave en la estrategia de Washington, que combina la narrativa antidrogas con una demostración de fuerza y la consolidación de alianzas en el “patio trasero” de Venezuela. Aunque los países socios buscan mantener un equilibrio diplomático, su participación en estos ejercicios es percibida por Caracas como una adhesión a la política de presión de la administración Trump.
En resumenMediante la realización de ejercicios militares conjuntos con Trinidad y Tobago y Panamá, Estados Unidos está fortaleciendo sus alianzas estratégicas y su capacidad operativa en el Caribe, cercando aún más a Venezuela a pesar de las garantías de sus socios de que su territorio no será utilizado para acciones hostiles.