Francia, por su parte, ha expresado su preocupación por los bombardeos.

En respuesta a las críticas europeas, el secretario de Estado, Marco Rubio, defendió el derecho de su país a operar militarmente en “su hemisferio”, desestimando las objeciones. En el otro lado del espectro geopolítico, Rusia ha reaccionado enérgicamente. El Kremlin, a través de su portavoz Dmitri Peskov, instó a Washington a no tomar medidas que desestabilicen a Venezuela y a actuar en concordancia con el derecho internacional.

El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, calificó los ataques a las lanchas como “ilegales” e “inaceptables”.

Este panorama diplomático revela que la ofensiva de Trump no solo ha fortalecido la narrativa de resistencia de Maduro, sino que también ha erosionado la confianza de sus propios aliados.