Este despliegue forma parte de una acumulación de fuerza naval estadounidense que no se veía en la región desde la invasión de Panamá en 1989. Oficialmente, el Pentágono ha declarado que la misión del portaaviones es apoyar las operaciones contra el tráfico de narcóticos en la región. Sin embargo, el gobierno venezolano desestima esta justificación y considera que el verdadero objetivo es preparar el terreno para un ataque militar. El USS Gerald R. Ford es un buque de propulsión nuclear de 300 metros de eslora, con una tripulación de 4.500 militares y una capacidad para lanzar un avión de combate cada 45 segundos. Su presencia, junto a otros buques de guerra, un submarino nuclear y aviones F-35, constituye una demostración de fuerza abrumadora.
El valor simbólico y estratégico de este despliegue es innegable, ya que solo el portaaviones transporta tres veces más misiles Tomahawk que los utilizados en la operación 'Martillo de Medianoche' contra el programa nuclear iraní. La situación ha generado tal tensión que incluso la presencia de una suboficial de origen venezolano a bordo, Alix Marcano, exhibiendo una bandera de Venezuela en su uniforme, ha sido destacada por los medios. Para Caracas, la llegada del buque es una prueba más de las intenciones hostiles de Washington.













