Colombia, un socio estratégico de Washington en la región, tomó una medida similar y suspendió su cooperación. Francia también ha manifestado su rechazo a los "operativos militares", mostrando su inquietud por la escalada. Incluso Panamá, que ha permitido entrenamientos militares estadounidenses en su territorio, ha intentado distanciarse; su presidente, José Raúl Mulino, aseguró que su país "no apoyará ningún 'acto hostil contra Venezuela'". Esta reacción diplomática en cadena ha dejado a la administración Trump en una posición de creciente aislamiento en su ofensiva regional. Analistas señalan que esta pérdida de apoyo de aliados tradicionales no solo debilita la coalición contra el narcotráfico, sino que, paradójicamente, podría fortalecer la posición de Nicolás Maduro al presentar a EE.

UU. como un actor unilateral y agresivo en la escena internacional.