Oficialmente, su misión es "interrumpir el tráfico de narcóticos y degradar y desmantelar las organizaciones criminales transnacionales".

Sin embargo, analistas como Andrés Macías consideran que el envío del portaaviones es principalmente "un mensaje de presión para Venezuela". La magnitud del despliegue, que incluye otros ocho buques de guerra, un submarino nuclear y aviones F-35, sugiere que el objetivo real es el gobierno de Maduro, en línea con la retórica de la administración Trump. La llegada del coloso naval ha sido calificada como un posible preludio a una acción militar más directa, pasando de la disuasión a la acción, lo que ha provocado una respuesta inmediata de Venezuela con la movilización de sus propias fuerzas armadas.