Estas operaciones, que se han extendido desde el Caribe hasta el Pacífico Oriental, han resultado en la muerte de decenas de personas, elevando la tensión y generando graves denuncias internacionales. Desde que se intensificó la campaña militar en septiembre, se han reportado al menos 18 ataques que han dejado un saldo de entre 67 y 76 personas muertas, según distintas fuentes. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, ha confirmado varias de estas operaciones, incluyendo ataques recientes en el Pacífico que resultaron en la muerte de seis personas. La administración Trump ha enmarcado estas acciones como una guerra sin cuartel contra el narcotráfico.
En un mensaje directo, Hegseth advirtió a los traficantes: “Si quieren seguir vivos, dejen de traficar drogas. Si continúan traficando drogas mortales, los mataremos”.
Esta retórica subraya la naturaleza de los ataques, que son presentados como “golpes cinéticos letales” contra “narcoterroristas” que, según Washington, “amenazan la patria”. La identidad de las personas fallecidas no ha sido revelada por las autoridades estadounidenses, lo que ha aumentado la controversia y las críticas sobre la legalidad y la proporcionalidad de estas acciones militares.













