Esta retórica ha generado preocupación tanto a nivel regional como dentro del propio sistema político estadounidense.

El presidente Donald Trump ha contribuido directamente a esta especulación, afirmando en una entrevista que cree que los días de Nicolás Maduro en el poder “están contados”. Más allá de las palabras, su gobierno ha buscado activamente justificaciones legales para una potencial acción militar en territorio venezolano, informando al Congreso sobre sus planes en la región.

Un episodio que intensificó los temores fue la revelación de una anotación del exasesor de seguridad nacional, John Bolton, que decía “5.000 tropas a Colombia”, interpretada como un plan de invasión a Venezuela desde el país vecino. El presidente colombiano Gustavo Petro denunció públicamente que la administración Trump había sugerido usar suelo colombiano para tal propósito, lo que calificó de “inaceptable”. La creciente agresividad de la política estadounidense ha provocado reacciones incluso dentro de Washington, donde el Senado ha buscado limitar la autoridad del presidente para ordenar una acción militar contra Venezuela sin el aval del Congreso, evidenciando una fractura interna sobre la viabilidad y las consecuencias de una intervención. Mientras tanto, analistas debaten sobre la capacidad real de las fuerzas armadas venezolanas para responder a una agresión de tal magnitud, señalando debilidades en su equipamiento a pesar de contar con una avanzada red de defensa antiaérea.