En el marco de la cumbre entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea, el presidente venezolano Nicolás Maduro instó a los países de la región a adoptar una postura conjunta frente a las operaciones militares de Estados Unidos en el Caribe. Su llamado buscó posicionar la ofensiva estadounidense como una amenaza colectiva que requiere una investigación y mecanismos de cooperación independientes. Durante su intervención en la cumbre celebrada en Santa Marta, Colombia, Maduro solicitó formalmente que se abra una “investigación independiente” sobre los ataques letales a supuestas 'narcolanchas' perpetrados por fuerzas estadounidenses.
Además, planteó la necesidad de crear “mecanismos regionales de cooperación humanitaria” para hacer frente a las consecuencias de estas acciones.
Esta estrategia diplomática intentó consolidar un bloque de rechazo a lo que Venezuela considera una escalada militar injustificada en sus cercanías. La cumbre se convirtió en un escenario clave para visibilizar las tensiones geopolíticas, donde la ofensiva de la administración Trump fue un tema central de debate, aunque no de consenso. La postura de Venezuela fue uno de los factores que generó discrepancias en la declaración final del evento, la cual el gobierno de Maduro, junto con el de Nicaragua, se negó a suscribir. El encuentro, por tanto, no solo evidenció las divisiones entre América Latina y Europa, sino también las fracturas dentro de la propia región respecto a cómo abordar la política de mano dura de Washington.
En resumenEl presidente Nicolás Maduro utilizó la plataforma de la cumbre CELAC-UE para solicitar una respuesta regional unificada contra las operaciones militares de Estados Unidos, pidiendo una investigación independiente y nuevos mecanismos de cooperación, aunque su postura generó divisiones y finalmente no suscribió la declaración final.