Además, el plan contemplaba reducir drásticamente los contratos energéticos y mineros con aliados estratégicos de Caracas como Rusia e Irán.
Esta propuesta representaba una ruptura fundamental con el nacionalismo de recursos que fue central en la ideología del chavismo. Las conversaciones secretas ocurrieron mientras la administración Trump intensificaba su retórica, calificando al gobierno de Maduro de “cártel narcoterrorista” y desplegando buques de guerra en el Caribe. Sin embargo, la oferta fue rechazada porque la prioridad de Washington no era el acceso a los recursos naturales, sino la salida de Maduro del poder, una condición que el líder venezolano no estaba dispuesto a aceptar. El fracaso de esta vía diplomática secreta precedió a la decisión de Trump de cortar las relaciones diplomáticas y escalar la presión militar, evidenciando el profundo abismo entre los objetivos de ambas administraciones.












