La instrucción fue comunicada directamente al enviado especial Richard Grenell, quien lideraba las conversaciones con altos funcionarios venezolanos.

Esta decisión, revelada por The New York Times, pone fin a meses de acercamientos que incluían discusiones sobre acuerdos energéticos, vuelos de deportación y la liberación de prisioneros estadounidenses.

La ruptura diplomática se produce en un momento de creciente escalada militar en el Caribe, donde Estados Unidos ha desplegado una significativa fuerza naval. Según altos funcionarios estadounidenses, la medida refleja la frustración de Trump ante la negativa de Maduro a ceder el poder y su desconfianza en la efectividad del diálogo. El secretario de Estado, Marco Rubio, ha sido una de las voces más influyentes en favor de una línea dura, considerando a Maduro un “dirigente ilegítimo” y un “fugitivo de la justicia”. La cancelación de la vía diplomática es interpretada por analistas como una señal de que la administración Trump podría estar considerando opciones más directas, incluyendo una posible “fase dos” de su ofensiva que podría involucrar acciones militares dentro de territorio venezolano. Por su parte, el gobierno de Maduro ha minimizado la decisión, afirmando que Venezuela “no depende de los gringos” y seguirá buscando el diálogo con otras naciones.