La administración Trump ha construido una narrativa legal y política para justificar su ofensiva militar en el Caribe, declarando un “conflicto armado” contra los carteles de la droga, a los que califica de “combatientes ilegales” y “organizaciones terroristas”. Esta argumentación busca proporcionar un marco legal a los ataques letales y a la masiva presencia militar, aunque ha sido cuestionada por su validez constitucional e internacional. En un memorando confidencial enviado al Congreso, el presidente Donald Trump afirmó que Estados Unidos se encuentra en un “conflicto armado no internacional” contra los carteles de la droga. Esta declaración es clave, ya que busca amparar legalmente los ataques militares sin necesidad de una declaración formal de guerra, un poder que la Constitución de EE.
UU. reserva exclusivamente al Congreso.
Varios congresistas y juristas han expresado su preocupación, señalando que estas acciones son ilegales.
La fiscal general, Pam Bondi, reforzó esta línea al declarar que “Maduro es un narcoterrorista actualmente acusado en nuestro país”.
El Gobierno estadounidense ha designado a grupos como el Tren de Aragua y el Cartel de los Soles, presuntamente vinculado al régimen venezolano, como organizaciones terroristas. Esta catalogación permite, según la Casa Blanca, el uso de la fuerza letal.
El secretario de Guerra, Pete Hegseth, ha justificado los ataques a las lanchas afirmando que estaban afiliadas a “organizaciones designadas como terroristas”.
Sin embargo, la oposición demócrata y analistas critican esta postura.
El senador Adam Schiff ha calificado los ataques de “ilegales” y ha advertido que “corren el riesgo de llevar a Estados Unidos a otra guerra”. Expertos señalan que la verdadera intención no es frenar el narcotráfico, sino desestabilizar al Gobierno venezolano como parte de una operación de cambio de régimen.
En resumenPara legitimar sus acciones militares en el Caribe, la administración Trump ha declarado un 'conflicto armado' contra los carteles de la droga, calificándolos de 'terroristas'. Esta tesis, aunque cuestionada legalmente, sirve como justificación para los ataques letales y la presencia naval, en lo que muchos ven como una estrategia de presión para un cambio de régimen en Venezuela.