Esta orden pone fin a meses de acercamientos discretos que buscaban una salida negociada a la crisis. La decisión reflejaría la “frustración” de Trump ante la negativa de Maduro a renunciar al poder. Un alto funcionario estadounidense declaró que la Casa Blanca ha descartado cualquier intento de diálogo y que no habrá más negociaciones.
En respuesta, el presidente venezolano minimizó la medida, calificándola como “un gesto político sin impacto real” motivado por intereses electorales en Estados Unidos.
Maduro aseguró que su país “no depende del beneplácito de Washington” y que continuará buscando relaciones con otras naciones.
Sin embargo, la ruptura de los contactos diplomáticos, que ya estaban rotos formalmente desde 2019, elimina una válvula de escape a la tensión y refuerza la posibilidad de una escalada. La decisión se produce en un contexto en el que, según informes, Maduro había enviado una carta a Trump negando su participación en el narcotráfico y proponiendo continuar las conversaciones a través de Grenell, una oferta que fue rechazada.












