Esta posibilidad representa la escalada más grave hasta la fecha, llevando la confrontación más allá de las aguas internacionales y hacia una posible violación directa de la soberanía de Venezuela. Los planes, que aún no habrían recibido la aprobación final del presidente Donald Trump, contemplarían el uso de drones para realizar "ofensivas selectivas con drones contra individuos concretos y laboratorios de drogas".

Según las fuentes citadas, estas operaciones podrían ejecutarse "en pocas semanas".

La existencia de estos planes indica que la administración estadounidense está considerando activamente una fase de intervención directa, justificada bajo la bandera de la lucha antinarcóticos.

El propio Trump ha insinuado este cambio de estrategia, declarando que, tras neutralizar el tráfico marítimo, ahora su gobierno vigilará "muy seriamente a los carteles que vienen por tierra". Altos funcionarios como el secretario de Estado Marco Rubio y el asesor Stephen Miller estarían presionando para forzar la salida de Maduro, y estas operaciones militares serían una de las herramientas sobre la mesa. El canciller venezolano, Yván Gil, ha respondido a estas amenazas en la ONU, asegurando que su país no es una amenaza para nadie. La posibilidad de una incursión terrestre o aérea ha puesto en alerta máxima al gobierno de Maduro, que ha respondido con la preparación de su defensa militar y la movilización de la población.