Esta narrativa, que presenta al mandatario venezolano como un capo del narcotráfico, es la principal justificación de Washington para su ofensiva militar y diplomática. La administración Trump ha designado al Cartel de los Soles como una organización terrorista, vinculándolo directamente con el gobierno venezolano. El propio presidente Trump ha afirmado públicamente que Maduro encabeza "redes terroristas y de narcotráfico". Como parte de esta estrategia, en agosto, la recompensa por información que conduzca a la captura de Maduro fue elevada a cincuenta millones de dólares. El secretario de Estado, Marco Rubio, también ha reforzado estas acusaciones, vinculando a los militares venezolanos con los carteles de la droga. Sin embargo, un artículo señala una contradicción importante: informes de inteligencia estadounidenses habrían desestimado previamente la veracidad de estas afirmaciones, lo que sugiere que las acusaciones podrían tener una motivación más política que judicial. El gobierno de Maduro rechaza categóricamente estas imputaciones, calificándolas de "mentiras" y un pretexto para justificar una invasión extranjera con el objetivo de apoderarse de los recursos petroleros de Venezuela. A pesar de ello, Estados Unidos ha utilizado estos cargos para justificar el despliegue naval en el Caribe y para enmarcar sus acciones como una lucha contra el narcoterrorismo.
