Estados Unidos ha ejecutado una serie de ataques letales contra presuntas narcolanchas en el mar Caribe, cerca de la costa de Venezuela, escalando significativamente las tensiones militares en la región. Estas operaciones, ordenadas por el presidente Donald Trump, han dejado un saldo de al menos 21 muertos y han sido presentadas por Washington como parte de una ofensiva contra el narcotráfico. Desde finales de agosto, la administración estadounidense ha confirmado al menos cinco operativos de este tipo, en los que se han destruido embarcaciones que, según el Pentágono, estaban afiliadas a "Organizaciones Terroristas Designadas" y transportaban narcóticos hacia Estados Unidos. El secretario de Guerra, Pete Hegseth, confirmó la muerte de cuatro presuntos "narcoterroristas" en el ataque más reciente, ocurrido el 3 de octubre, y advirtió que "estos ataques continuarán hasta que cesen las agresiones contra el pueblo estadounidense". Para justificar estas acciones, el Departamento de Defensa ha divulgado videos que muestran la destrucción de las lanchas. La ofensiva ha provocado una fuerte reacción internacional, especialmente del presidente de Colombia, Gustavo Petro, quien calificó los operativos como "asesinato" y cuestionó la versión estadounidense.
Petro argumentó que en las embarcaciones no viajaban "narcoterroristas", sino "jóvenes caribeños pobres", y que los verdaderos capos del narcotráfico residen en Estados Unidos y Europa. Además, señaló que Washington rompió el "principio jurídico universal de proporcionalidad", ya que existen métodos de interdicción menos letales, como los que aplica la Armada colombiana.
El gobierno venezolano, por su parte, ha denunciado que estos ataques son una excusa para una incursión militar en su territorio.
En resumenLos ataques letales de Estados Unidos a embarcaciones cerca de Venezuela representan una escalada militar directa en el Caribe. Mientras Washington justifica las operaciones como una lucha contra el narcotráfico con vínculos terroristas, Caracas y otros líderes regionales como Gustavo Petro las condenan como actos de agresión desproporcionada, generando una grave crisis diplomática y humanitaria.