En el marco de su intensificada operación antinarcóticos en el Caribe, las fuerzas militares de Estados Unidos han atacado y destruido al menos tres embarcaciones, causando la muerte de 17 personas. Estas acciones letales, dirigidas contra lanchas que según Washington estaban vinculadas al narcotráfico y procedían de Venezuela, se han convertido en el principal justificativo para la declaración de un "conflicto armado" por parte de la administración Trump. Los ataques fueron ejecutados por la Armada estadounidense, que ha desplegado una considerable fuerza naval en la región. Según el gobierno de Trump, estas operaciones son actos de defensa propia contra los carteles de la droga, a los que ha designado como organizaciones terroristas. La Casa Blanca busca legitimar estos ataques como operaciones de guerra, evitando que sean catalogados como asesinatos o acciones ilegales. Al menos dos de las operaciones se realizaron contra barcos que partieron desde Venezuela, país al que EE.
UU. acusa de estar liderado por el "Cartel de los Soles". El presidente colombiano Gustavo Petro ha criticado duramente estos hechos, calificándolos como "asesinatos" y "actos de tiranía", cuestionando la legitimidad de la intervención estadounidense en aguas cercanas a Venezuela.
Por su parte, el gobierno de Nicolás Maduro ha denunciado que los ataques fueron contra "pescadores inocentes".
Estos incidentes han sido un catalizador clave en la escalada de tensiones, llevando a Venezuela a activar un decreto de "conmoción externa" y a denunciar las maniobras estadounidenses ante la ONU.
En resumenLos ataques letales de Estados Unidos contra embarcaciones en el Caribe, que han dejado un saldo de 17 muertos, representan la materialización de la nueva y agresiva política de Washington en la región. Estos hechos han servido como justificación para la declaración de un "conflicto armado" y han provocado una enérgica condena de Venezuela y críticas de otros líderes regionales.