Figuras clave como el secretario de Estado Marco Rubio, el director de inteligencia John Ratcliffe y el asesor Stephen Miller, son señalados como los principales impulsores de esta línea dura. Rubio, en particular, ha presionado para forzar la salida de Maduro, al que califica de amenaza para Estados Unidos. La situación actual, con el despliegue de buques de guerra y los ataques a embarcaciones, es vista como la materialización de esta política de máxima presión. Los analistas sugieren que, más allá de la lucha contra el narcotráfico, el objetivo final es desestabilizar al gobierno de Maduro y provocar su caída. Esta estrategia, sin embargo, es vista con escepticismo por algunos sectores, que advierten sobre el riesgo de un conflicto armado y la posibilidad de que la intervención, en lugar de restaurar la democracia, derive en un «Estado fallido» o un «nuevo Vietnam» en la región.