Aunque el presidente Donald Trump aún no habría aprobado una decisión final, los planes están siendo estudiados tácticamente.

La estrategia, impulsada por altos asesores como Marco Rubio, se fundamenta en la premisa de que la permanencia de Maduro en el poder constituye una amenaza para la seguridad de Estados Unidos. Esta nueva fase de la campaña de presión se suma a los ataques ya realizados contra embarcaciones en el Caribe. La posibilidad de una intervención directa en suelo venezolano ha generado un intenso debate en Washington, donde un proyecto de ley busca otorgar a Trump la autorización legal para atacar a “narcoterroristas” vinculados a Maduro, una propuesta que ha despertado inquietud en el Congreso por sus implicaciones. El gobierno venezolano ha reaccionado con alarma, denunciando estos planes como parte de una estrategia para derrocar a Maduro. El canciller Yván Gil declaró en la ONU que Venezuela “no ha sido, no es ni será jamás una amenaza para nación alguna”, mientras el régimen activaba preparativos de defensa ante una posible agresión.