La administración de Donald Trump ha ordenado un significativo despliegue naval en el mar Caribe, una operación que Washington justifica como una campaña antinarcóticos pero que el gobierno venezolano califica como una “amenaza directa” y un “asedio”. Esta movilización, que incluye buques de guerra, un submarino nuclear y miles de soldados, ha exacerbado las tensiones bilaterales, generando temores de una posible confrontación militar en la región. El gobierno de Estados Unidos, bajo la dirección de figuras como el secretario de Estado Marco Rubio y el asesor Stephen Miller, ha justificado la operación como una respuesta al presunto liderazgo de Nicolás Maduro en redes de narcotráfico, específicamente el Cartel de los Soles. Según informes de Washington, el contingente militar, compuesto por destructores, buques anfibios y unos 6.700 efectivos, ya ha ejecutado ataques letales contra al menos cuatro embarcaciones calificadas como “narcolanchas”, causando la muerte de al menos 14 personas.
El presidente Trump ha adoptado una retórica beligerante, advirtiendo a los traficantes: “lo haremos saltar por los aires”. Por su parte, el gobierno venezolano ha denunciado la operación como una excusa para una invasión destinada a apoderarse de los recursos petroleros del país. En respuesta, Nicolás Maduro ha ordenado ejercicios militares y ha calificado el despliegue como una “agresión armada militar” que podría afectar a toda la región.
Pescadores venezolanos han expresado su temor, declarando a medios que salen a trabajar “de noche y no sabemos los peligros”.
La situación ha llevado a Venezuela a denunciar la “amenaza militar ilegal” ante la ONU, mientras la comunidad internacional observa con preocupación la escalada en una de las zonas geoestratégicas más volátiles del hemisferio.
En resumenEl despliegue naval estadounidense en el Caribe, presentado como una operación antinarcóticos, ha intensificado drásticamente la confrontación con Venezuela. Mientras la administración Trump defiende los ataques a supuestas narcolanchas como un éxito, el gobierno de Maduro lo interpreta como un acto de agresión y un preludio a una invasión, respondiendo con preparativos militares y denuncias internacionales.