Esta postura ha sido elogiada por altos funcionarios del régimen de Maduro. El ministro del Interior venezolano, Diosdado Cabello, por ejemplo, destacó la intervención de Petro como un acto de “claridad y valentía”. Sin embargo, la relación entre Bogotá y Caracas no está exenta de problemas, como lo demuestra la existencia de al menos 38 colombianos detenidos en Venezuela sin procesos claros, un tema humanitario que parece estar en un segundo plano frente a la fluida relación comercial. Los análisis geopolíticos sugieren que, en caso de una invasión estadounidense a Venezuela, Colombia sería el “epicentro de la tensión”, sirviendo potencialmente como base para el Comando Sur y enfrentando una crisis humanitaria por un éxodo masivo. La posición de Colombia es, por tanto, ambivalente: por un lado, critica la agresión estadounidense, alineándose discursivamente con Venezuela; por otro, mantiene una relación estratégica con Washington y enfrenta sus propios desafíos bilaterales con el gobierno de Maduro.
