Los objetivos serían individuos específicos vinculados al narcotráfico y laboratorios de producción de drogas.

Esta información sugiere un cambio significativo en la estrategia estadounidense, que hasta ahora se había concentrado en operaciones marítimas en aguas internacionales. La posibilidad de ataques directos en suelo venezolano ha generado una fuerte reacción en Caracas. El gobierno de Nicolás Maduro ha denunciado estos planes como parte de una “amenaza militar ilegal” y ha convocado a simulacros de protección civil ante un eventual conflicto armado.

El canciller Yván Gil declaró en la ONU que Venezuela “no ha sido, no es ni será jamás una amenaza para nación alguna”. La perspectiva de una ofensiva militar dentro de Venezuela aumenta la inestabilidad en la región y genera alarma en la comunidad internacional, que advierte sobre el riesgo de una confrontación abierta que podría afectar a la población civil y desestabilizar aún más la zona.