Esta postura representa un quiebre significativo en la tradicional alianza entre Bogotá y Washington, y posiciona a Colombia como una voz crítica frente a la estrategia estadounidense en la región. Durante su discurso en la Asamblea General de la ONU y en declaraciones a medios como la BBC, Petro denunció que los ataques con misiles contra embarcaciones cerca de Venezuela constituyen una violación del derecho internacional y un uso excesivo de la fuerza. “Lanzar misiles sobre aguas soberanas fuera de Estados Unidos, es un acto de tiranía”, afirmó.

El mandatario colombiano cuestionó la versión estadounidense de que las víctimas eran narcotraficantes, sugiriendo que podrían ser “simples jóvenes pobres de la América Latina que no tienen otra opción” o migrantes. Petro fue más allá al exigir responsabilidad penal para los funcionarios estadounidenses que autorizaron los ataques, “así se incluya al funcionario mayor que dio la orden, el presidente Trump”. Argumentó que si se confirma que entre las víctimas hay ciudadanos colombianos, la justicia de su país tiene la obligación de abrir una investigación por asesinato. Estas declaraciones provocaron que la delegación estadounidense se retirara del recinto de la ONU durante su intervención, evidenciando la profunda fractura diplomática generada por la postura crítica de Petro.