El mandatario estadounidense exigió que Venezuela acepte “inmediatamente a todos los presos y personas de instituciones mentales” que, según él, fueron “obligados a entrar en los Estados Unidos”. Trump utilizó un lenguaje deshumanizante, calificando a estos migrantes de “monstruos” y “lo peor del mundo”, y advirtió que si Caracas no los recibe de vuelta, “el precio que pagarán será incalculable”. Esta retórica se alinea con la política migratoria de mano dura de su administración, que ha buscado limitar la inmigración y acelerar las deportaciones. La amenaza se produce en un contexto en el que el gobierno de Trump ha tomado medidas concretas para reducir la protección a los migrantes venezolanos. Recientemente, anunció el fin del Estatus de Protección Temporal (TPS) para miles de sirios, y previamente había hecho lo mismo con los venezolanos, dejándolos en una situación de vulnerabilidad y expuestos a la deportación. La exigencia de Trump añade una nueva capa de conflicto a una relación ya tensa por las operaciones militares en el Caribe y las sanciones económicas. El gobierno de Maduro, por su parte, ha rechazado estas amenazas, considerándolas parte de una campaña de agresión más amplia. En su carta a Trump, Maduro mencionó que el tema de la repatriación de migrantes ya se había “resuelto y aclarado” en conversaciones previas, una afirmación que contrasta con las nuevas y contundentes exigencias del presidente estadounidense.
