A finales de agosto y durante septiembre de 2025, el Pentágono movilizó un considerable contingente militar a la región. Según los informes, el despliegue incluye al menos ocho buques de guerra, entre ellos destructores de la clase Arleigh Burke equipados con misiles Tomahawk, y un submarino nuclear de ataque como el USS Newport News. Además, se ha confirmado el envío de 4.500 marines a bordo del buque anfibio USS Iwo Jima y el despliegue de cazas F-35B Lightning II de última generación a Puerto Rico, los cuales, según el Departamento de Guerra, están “listos para combatir contra los carteles”. La justificación oficial de la administración Trump es que esta operación, liderada por el Comando Sur, busca frenar el flujo de narcóticos procedentes de Sudamérica, especialmente de Venezuela. Sin embargo, esta explicación es recibida con escepticismo en la región.
El gobierno de Nicolás Maduro ha denunciado el despliegue como una “agresión imperialista” y un plan para forzar un “cambio de régimen”. Un análisis de The New York Times sugiere que el verdadero objetivo de la operación podría ser presionar a Maduro para que deje el poder. Esta percepción se ve reforzada por la retórica de Washington, que califica al mandatario venezolano como el “cabecilla de un cártel terrorista”. La movilización ha encendido las alarmas en toda América Latina, con la canciller colombiana calificando la presencia militar de “desmesurada” y no correspondiente a una simple lucha antinarcóticos.