La amenaza que acompañó esta exigencia fue igualmente directa: “¡O el precio que pagaréis será incalculable!”.

Esta retórica forma parte de una política migratoria más amplia y restrictiva de su administración, que ha incluido la terminación del Estatus de Protección Temporal (TPS) para cientos de miles de venezolanos, dejándolos en riesgo de deportación. La advertencia se produce en un contexto de máxima tensión, con un despliegue militar estadounidense en el Caribe y acusaciones de Washington contra el régimen de Maduro por narcotráfico. Venezuela, por su parte, ha respondido a estas presiones calificándolas de “amenazas” y ha denunciado una “guerra no declarada” por parte de Estados Unidos. La exigencia de Trump de recibir a deportados, especialmente al describirlos de manera peyorativa como “presos” y “monstruos”, añade un nuevo elemento de confrontación a una relación bilateral ya fracturada, utilizando la crisis migratoria como una herramienta de presión política y diplomática contra Caracas.