Sin embargo, la magnitud del despliegue y la retórica agresiva han generado alarma en la región.

El ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino López, ha calificado la situación como una “guerra no declarada”, mientras que el presidente Nicolás Maduro sostiene que el verdadero objetivo de Washington es “robar” las reservas de petróleo y gas de Venezuela e imponer un “gobierno títere”. La falta de directrices claras sobre las condiciones para el uso de la fuerza, según un informe de The New York Times, ha generado inquietud incluso dentro del poder ejecutivo estadounidense, alimentando la incertidumbre sobre las verdaderas intenciones y los límites de la operación militar en el Caribe.