El gobierno de Nicolás Maduro ha denunciado consistentemente que el verdadero propósito del despliegue estadounidense es derrocarlo e imponer un “gobierno títere” para “robar el petróleo” de Venezuela. Esta narrativa se apoya en el historial de intervenciones de Estados Unidos en América Latina, donde la lucha contra el comunismo o el narcotráfico ha servido en ocasiones como justificación para acciones encubiertas o militares. Un informe de The New York Times refuerza esta tesis al señalar que, según fuentes consultadas, uno de los objetivos clave de la operación es presionar por la salida de Maduro del poder. El despliegue de un poderío bélico que incluye destructores, submarinos y cazas de última generación es visto por muchos como desproporcionado para una simple operación antidrogas. Por su parte, el presidente Trump negó explícitamente haber discutido un “cambio de régimen” con su gabinete, buscando disipar las acusaciones. Sin embargo, su agresiva retórica, que califica a Maduro de narcotraficante y terrorista, y las acciones letales en el Caribe, continúan alimentando la percepción de que Washington está preparando el terreno para una acción más contundente. Este debate se enmarca en una concepción geopolítica donde Estados Unidos busca reafirmar su hegemonía en el “hemisferio occidental” frente a la creciente influencia de potencias como China y Rusia, aliadas de Caracas.
