La ofensiva militar de Estados Unidos en el Caribe ha generado una significativa preocupación en la comunidad internacional, con llamados a la moderación y cuestionamientos sobre la legalidad de los ataques letales. Países de la región y organismos de derechos humanos han advertido sobre el riesgo de una escalada y la posible violación de normativas internacionales. El gobierno de Colombia, a través de su canciller Rosa Villavicencio, criticó la "desmesurada" y "desproporcionada" presencia militar estadounidense, afirmando que "nada tiene que ver con la lucha contra el narcotráfico" y que el bombardeo de embarcaciones "no es la manera desde el punto de vista de la legalidad". La Cancillería de Cuba también emitió un comunicado advirtiendo que "urge impedir una agresión militar contra Venezuela". A nivel multilateral, expertos del Consejo de Derechos Humanos de la ONU declararon que "el derecho internacional no permite que los gobiernos simplemente asesinen a presuntos traficantes de drogas", subrayando que las actividades criminales deben ser procesadas bajo el Estado de derecho. La organización Human Rights Watch (HRW) se sumó a las críticas, calificando los ataques como posibles "ejecuciones extrajudiciales" y advirtiendo que la "guerra contra las drogas" no es una excusa para violar los derechos humanos.
El fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab, ha llevado el caso ante la ONU, solicitando una investigación por "crímenes de lesa humanidad". Estas reacciones evidencian que, más allá de la justificación de Washington, la comunidad internacional percibe las acciones como una peligrosa escalada que podría desestabilizar la región.
En resumenLa operación militar de EE. UU. en el Caribe ha provocado la condena de países como Colombia y Cuba, así como de la ONU y Human Rights Watch. Estas entidades cuestionan la legalidad de los ataques letales, calificándolos como posibles ejecuciones extrajudiciales y una amenaza a la paz regional, instando a que se respete el derecho internacional.