Cuando la prensa le ha preguntado directamente sobre sus planes para Venezuela, Donald Trump ha mantenido una postura evasiva pero amenazante, con respuestas como “Veremos qué pasa”.
Esta ambigüedad calculada mantiene la presión sobre el régimen de Maduro y deja abiertas todas las posibilidades.
Los analistas descartan una invasión militar masiva, similar a la de Irak, debido a los altos costos políticos, económicos y humanos que implicaría.
Sin embargo, se barajan otros escenarios.
Un artículo menciona la posibilidad de una “operación de comando para la extracción de Maduro”, una acción quirúrgica y de alto riesgo. Otra opción que se discute es la preparación para el regreso del líder opositor Edmundo González a Venezuela con escolta militar estadounidense, lo que representaría un desafío directo a la autoridad de Maduro. El propio presidente venezolano ha denunciado que el despliegue en el Caribe es el preludio de una “agresión militar” y ha advertido que su país responderá. La situación se describe como una “escalada en cámara lenta”, donde cada acción de Washington, como los bombardeos a lanchas o el despliegue de cazas F-35, aumenta la probabilidad de un enfrentamiento directo, aunque su forma final sigue siendo incierta.