A pesar de la intensa presión militar y diplomática sobre Venezuela, el presidente Donald Trump ha negado públicamente estar planeando un “cambio de régimen” en Caracas. No obstante, sus declaraciones ambiguas y la continua presencia militar en la región mantienen viva la amenaza de una intervención directa. En medio de la escalada de tensiones, ha surgido un debate sobre las verdaderas intenciones de la administración Trump. Consultado por periodistas sobre si había discutido con su gobierno un plan para un “cambio de régimen” en Venezuela, Trump respondió de manera tajante: “No, no lo he hecho”. Esta negativa busca, en parte, calmar las preocupaciones de aliados regionales y de sectores dentro de Estados Unidos que se oponen a una nueva intervención militar en América Latina.
Sin embargo, esta declaración contrasta con la intensidad del despliegue militar en el Caribe y con otras afirmaciones del propio presidente. Al ser preguntado en otra ocasión sobre una posible acción militar, Trump respondió con un ambiguo “Veremos qué pasa”, una frase que deja la puerta abierta a todas las opciones. El presidente venezolano, Nicolás Maduro, no ha dado crédito a las negativas de Trump, insistiendo en que la movilización estadounidense es un plan para imponer un “Gobierno títere” y apoderarse de los recursos naturales del país. Analistas políticos, como Atilio Borón, sugieren que la frustración de la clase dominante estadounidense por la pérdida de su supremacía global podría llevarla a la “tentación de resolverla apelando a la vía militar” en América Latina. Por lo tanto, aunque la Casa Blanca niegue oficialmente un plan de derrocamiento, la combinación de una retórica hostil, un despliegue militar sin precedentes y la ambigüedad del presidente mantienen la amenaza de una intervención como un factor central en la crisis.
En resumenLa dualidad en el discurso de Donald Trump, negando un plan de 'cambio de régimen' mientras mantiene una postura militar agresiva y un lenguaje ambiguo, genera una profunda incertidumbre. Esta estrategia de 'ambigüedad estratégica' maximiza la presión sobre el gobierno de Maduro sin comprometer a Estados Unidos a una línea de acción específica, manteniendo latente la amenaza de una intervención.