La administración Trump justifica su escalada militar y diplomática contra Venezuela en la acusación de que el presidente Nicolás Maduro lidera el ‘Cartel de los Soles’, una presunta organización narcotraficante integrada por altos funcionarios. Washington ha ofrecido una recompensa de 50 millones de dólares por la captura de Maduro, enmarcando su política como una lucha contra el crimen organizado transnacional. La narrativa central de Estados Unidos para legitimar sus acciones en el Caribe es la lucha contra el narcotráfico, personificada en la figura de Nicolás Maduro y el denominado ‘Cartel de los Soles’. Según la justicia estadounidense, Maduro encabeza esta red criminal, lo que convierte al gobierno venezolano en un “narcoestado” y una amenaza para la seguridad nacional de EE.
UU.
Esta designación ha servido como base para una serie de medidas coercitivas, incluyendo una recompensa de 50 millones de dólares por información que conduzca a su captura. La ofensiva militar en el Caribe, con ataques a embarcaciones presuntamente vinculadas al narcotráfico, se presenta como una consecuencia directa de esta política.
El presidente Trump ha afirmado que las lanchas destruidas transportaban “una gran cantidad de drogas” hacia su país y ha calificado a sus ocupantes de “narcoterroristas”.
Esta estrategia permite a Washington eludir las limitaciones del derecho internacional sobre la guerra entre Estados, al enmarcar sus acciones como una operación policial contra una organización criminal.
Sin embargo, Caracas rechaza categóricamente estas acusaciones, calificándolas de “fabricadas” y como un pretexto para una intervención.
El propio Maduro ha negado el rol de Venezuela en el narcotráfico, afirmando que “solo el 5 % de la droga producida en Colombia pasa por nuestro territorio”.
En resumenAl designar al gobierno de Maduro como una empresa criminal a través del 'Cartel de los Soles', Estados Unidos crea un marco legal y discursivo para justificar una política de máxima presión, incluyendo acciones militares. Esta estrategia transforma un conflicto político en una operación contra el crimen organizado, aunque la veracidad de las acusaciones sigue siendo un punto central de la disputa.