La escalada militar en el Caribe ha generado preocupación y críticas por parte de varios países y organizaciones internacionales, que alertan sobre el riesgo para la paz regional y cuestionan la base legal de las acciones letales emprendidas por Estados Unidos. La canciller de Colombia, Rosa Villavicencio, expresó su inquietud por la “presencia desproporcionada militar en la región”, afirmando que esta “nada tiene que ver con la lucha contra el narcotráfico”. A pesar de no reconocer al gobierno de Maduro, Villavicencio aseguró que Colombia defenderá la soberanía venezolana y recurrirá a instancias internacionales para que “prevalezca el derecho internacional” ante una eventual intervención. Cuba también ha manifestado su alarma, publicando un documento en el que asegura que “urge impedir una agresión militar contra Venezuela”.
Por su parte, el gobierno de China respaldó a Venezuela, pidiendo a Washington no usar la lucha antinarcóticos como “excusa para socavar la seguridad económica” de otros países e instándolo a cesar la “coacción” sobre América Latina. Más allá de las posturas diplomáticas, la legalidad de los ataques ha sido puesta en duda. Expertos del Consejo de Derechos Humanos de la ONU emitieron un comunicado recordando que las actividades criminales deben ser procesadas “de acuerdo con el Estado de derecho” y no mediante asesinatos de presuntos delincuentes.
La organización Human Rights Watch fue más directa, calificando los bombardeos como “ejecuciones extrajudiciales” y advirtiendo que la “guerra contra las drogas” no es excusa para violar los derechos humanos.
Incluso dentro de Estados Unidos, un grupo de 24 senadores demócratas envió una carta al presidente Trump exigiendo pruebas que justifiquen el uso de fuerza letal y aclaraciones sobre la base legal de la operación.
En resumenLa ofensiva militar de Estados Unidos en el Caribe ha provocado una ola de críticas y preocupaciones a nivel internacional. Países como Colombia y Cuba, junto con organizaciones de derechos humanos y expertos de la ONU, han cuestionado tanto la desproporción del despliegue como la legalidad de los ataques letales, evidenciando el aislamiento de la postura de Washington y el riesgo de desestabilización regional.