El presidente Donald Trump ha declarado que el objetivo es combatir a los carteles “cuyas actividades ilícitas han tenido devastadoras consecuencias para los estadounidenses”.

Sin embargo, esta justificación es ampliamente disputada.

Desde Caracas, la respuesta ha sido contundente.

El presidente Nicolás Maduro sostiene que el despliegue es un “asedio” y parte de un “plan imperial para un cambio de régimen” con el fin de “robarnos el petróleo”. El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, ha calificado la situación como una “guerra no declarada”. Esta percepción es compartida por otros actores regionales; la canciller de Colombia, Rosa Villavicencio, criticó la “desmesurada presencia militar en la región que nada tiene que ver con la lucha contra el narcotráfico”. La movilización representa la escalada más visible en años, transitando de la presión económica y diplomática a una demostración de fuerza militar que incrementa el riesgo de un enfrentamiento directo.