Al ser consultado por la prensa sobre una posible acción militar contra Venezuela, respondió con un escueto pero significativo: “Veremos qué pasa”. Esta declaración, sumada a los ataques ya ejecutados contra embarcaciones y a la intensa presión diplomática, ha sido interpretada como una señal de que todas las opciones siguen sobre la mesa para la Casa Blanca. Analistas citados en los artículos sugieren que, si bien una invasión masiva es poco probable, Washington podría estar barajando opciones como una operación de comando para la “extracción” de Maduro. Esta guerra de declaraciones ha creado un clima de máxima tensión, donde cada movimiento militar es acompañado por una justificación y una denuncia que profundizan la polarización y el riesgo de un conflicto abierto.