Esta contra-narrativa busca deslegitimar la justificación oficial de Washington para su presencia militar en el Caribe. Diosdado Cabello, ministro de Interior y Justicia, rechazó categóricamente que los tripulantes de las lanchas atacadas por fuerzas estadounidenses fueran narcotraficantes o miembros de la banda criminal Tren de Aragua, calificando los ataques como "asesinatos" de ciudadanos inocentes. Además, Cabello denunció una presunta operación de falsa bandera de la Administración de Control de Drogas (DEA) en Venezuela. Según su versión, la incautación de casi 3,7 toneladas de droga en territorio venezolano fue un montaje, y afirmó que el verdadero dueño del cargamento era un agente de la DEA. Con estas declaraciones, el gobierno de Maduro no solo niega su implicación en el narcotráfico, sino que invierte la acusación, presentando a Estados Unidos como el actor que manipula la lucha antidrogas para sus propios fines geopolíticos. Esta estrategia discursiva pretende socavar la credibilidad de la Casa Blanca ante la comunidad internacional y presentar la ofensiva estadounidense no como una operación de seguridad legítima, sino como una agresión premeditada basada en pretextos fabricados.
