La administración Trump ha descertificado formalmente a Venezuela como un país que coopera en la lucha contra el narcotráfico, incluyéndolo en una lista de naciones que “fallaron demostrablemente” en cumplir sus obligaciones internacionales. Esta medida, que también afectó a Colombia y Bolivia, refuerza la narrativa de Washington que presenta al gobierno de Nicolás Maduro como un narcoestado y sirve de justificación para sus acciones en el Caribe. En un memorando presidencial revelado en Washington, se describe a Venezuela como un “epicentro del narcotráfico global” bajo el mando de Nicolás Maduro. El documento, fechado el 15 de septiembre de 2025, establece la base legal para posibles restricciones en la cooperación bilateral y subraya la intención de continuar la presión para llevar a Maduro ante la justicia. La descertificación se enmarca en la evaluación anual de la llamada “Majors List”, que identifica a los principales países productores o de tránsito de drogas.
Junto a Venezuela, fueron señalados Afganistán, Birmania, Bolivia y Colombia.
El Departamento de Estado estadounidense formalizó la determinación, especificando que estos países no tomaron “las medidas requeridas por la sección 489(a)(1) de la Ley de Asistencia Extranjera”. A pesar de la dura calificación, el comunicado matiza que la asistencia estadounidense a Venezuela, al igual que a Colombia y Bolivia, se considera “vital para los intereses nacionales de Estados Unidos”, lo que podría permitir la continuidad de ciertos programas. La Casa Blanca también aseguró que continuará con los esfuerzos para desmantelar redes criminales como el Tren de Aragua, a la que vincula con el gobierno venezolano.
En resumenEstados Unidos ha oficializado la descertificación de Venezuela en la lucha antinarcóticos, calificándolo de “epicentro del narcotráfico global” y acusando directamente al gobierno de Maduro. Esta acción diplomática y legal proporciona a la administración Trump un marco para justificar su política de máxima presión y sus operaciones militares en la región, consolidando su postura de que Venezuela representa una amenaza a la seguridad nacional estadounidense.